Nélida Rivkin escuchó cuando era niña contar a su abuelo mil veces la misma historia. Como recorrió las estepas escondido en un trineo huyendo de su Lituania después de que unos asesinos acabasen con la vida de sus padres. Más tarde emigraría a Inglaterra como grumete y recalaría en Argentina donde acabaría desempeñando el oficio de relojero. Para Néllida Rivkin su abuelo era un héroe.
Nélida no ha tenido lo que podría llamarse una vida aburrida, como ella dice “de todo se aprende, se sufre mucho pero también me he divertido, en general la vida me ha tratado bien”. Ella empezó a dibujar ya en su Barracas natal, un barrio bonaerense cerca de la Boca, aunque quería ser arquitecta, su padre prefirió que estudiase perito mercantil, ella acabaría rebelándose y volviendo al camino incierto de sus pinceles. Licenciada en Bellas Artes, con apenas veinte años comenzaría a esbozar los trazos de una vida tumultuosa y apasionada.
En la escuela de Bellas Artes a su ex marido Armando Durante un pintor de cierta relevancia con el que compartiría dos hijos y años de encuentros y desencuentros que hoy contempla desde el humor , la distancia y la admiración antes de atajar la conversación.
Nélida sabe lo que es sufrir los arañazos de la vida pero en conjunto al pasar la vista atrás se encuentra en paz. “convivo con una cantidad enorme de recuerdos, buenos malos, de familiares, de amigos”. Reflexiona un momento antes de seguir ajustando cuentas con su vida “lo pasé bien, aunque tuve mis cosas mal hechas también, en algunos casos debí haber elegido mejor, pero siempre fui muy apasionada y en ocasiones bastante ingenua”, de todas tiene claro que
“Aunque no tenga un duro no me considero una persona pobre”.
Hoy la pintura es la que la mantiene en pie, “para mí es una pasión, un motor vital que me impulsa a seguir, me alimenta los días”, la pintura y su nieta que la visita de vez en cuando “los nietos son lo mejor de la vejez”. Nos confiesa que por el contrario lo que más le duele de la vejez son los achaques, “los arrepentemientos no, ya me arrepentí y lloré bastante”.
Un día en el pueblo de Gudalajara y a Nélida la fascinó una bota que se exhibía en el mercado. Preguntó por su precio al comerciante y le pidió el otro par. Este le respondió que no este no existía, ya que la tenía guardada para alguien que sólo tuviese una pierna, ella se marchó espantada pero el comerciante insistió, “llévesela por si acaso”.
Hoy Nélida Rivkin sabe que a veces es necesario hacer equilibrios sobre una sola pierna, y que puede que hasta con una bota puede uno para agarrarse a nuevas ilusiones. Hoy Nélida Rivkin sabe de conflictos y reconciliaciones, como su abuelo ella ha cabalgado sobre las alas de la aventura, un día su nieta contará con orgullo su historia y repetirá que su abuela fue una heroína. Pero sobre todo Nélida Rivkin está segura de una cosa, “mi mejor cuadro está aún por pintar, pero estoy en el buen camino”.
Nélida lleva pertenece a Amigos de los Mayores desde las Navidades de 2011, lleva más de un año con Aurora su voluntaria.Como ella misma dice le proporciona mucha ayuda y es muy educada,atenta y servicial. Como ella señala su círculo social se ha restringido mucho y para ella su visita es muy importante.”No solemos movernos mucho y nos quedamos aquí charlando aunque hace poco me ha acompañado a comprar materiales para pintar.Cocncluye “Siempre le pregunto que le parecen mis cuadros, es mi mejor crítica”