“Hace falta mucha paciencia”, “Si, sobre todo a veces para aguantarte”. A él le gusta hablar, “contar batallitas” como le gusta llamarlas, ella es más callada. Él rescata sus recuerdos, “a los otros no les hacía mucho caso, porque yo era más guapo”, ella les da un repaso y nos ofrece una segunda versión, precisa como un corrector “No eso tampoco era así, pero se puso a hablar, a hablar y al final me atontó”. A él le gusta salir de casa y relacionarse con todo el mundo, ella intenta “no molestar”. Conocen sus tiempos, respetan los espacios, hace tiempo que aprendieron a combinar los pasos sin pisarse, de memoria. Como un dúo cómico o una pareja de baile. Se conocieron un día, hace tanto tiempo que parece otra vida. Él tenía 21, ella 17, se gustaron de inmediato y ya nunca dejaron de hacerlo. Luis y Consuelo llevan casados 63 años.
Luis estaba echando una mano aquellos días a pintar en el taller de modista de su tía, Consolación había acudido porque quería aprender a coser. Luís tenía otra novia, aunque al verla intuyó que en su vida habría cambios.”Yo sólo quería aprender a coser”. Un día se encontraron a su ex por la calle, “era guapa” dice Consolación. Se casaron Ciudad Jardín y fueron de viaje de novios a Barcelona a saludar a un amigo suyo que era capitán de guerra, tras una breve parada en Zaragoza, pasaron los últimos días en Zamora.
A Luis, Zamora le trae buenos recuerdos, la Guerra Civil le separó de sus padres y sus cinco hermanos. A él lo mandaron a Zamora con una familia extraña, aún tiene contacto con ellos, fueron algunos de los años más felices de su vida. Por el contrario Consolación pasó el conflicto en Madrid. El suyo fue un noviazgo largo, 8 años. “Y formales los dos, no era como ahora, aunque hacéis bien en disfrutar”. “Cuando volvía a casa, la muy tonta corría a pintarse de nuevo, para que no se le notase que le había dado un beso”, “ahora mucho de lo que se alardea es de boquilla” ríe Luís.
Luís fue Sastre, durante muchos años, como su padre, como su abuelo. En una sastrería de un bajo el Puente de Toledo. Hacían americanas y llegó a tener hasta 12 empleados. “Trabajaba 20 horas al día, planchar, cortar” etc”. Consolación le echaba una mano “cuando había prisas”. Tuvo que cerrar el taller cuando El Corte Inglés y Galerías Preciados comenzaron a fabricar sus propias americanas. Después trabajó para un taller de Corte y confección, primero como conductor, después en la sección de envíos. Hasta que problemas en las hernias discales lo dejaron en una silla de ruedas a los 58 años.
Se casaron un 21 de Junio, “El día que entra el verano, recuerdo que hizo bueno y lo celebramos en la Calle Torrijos” La primera discusión llegó en la escalinata a la Iglesia “Porque le pisé la cola del vestido sin querer, ya ves. Ya nos casamos mosqueados”,
“Claro, si me la llega a romper…no me había hecho ni la foto todavía”.
Luis y consolación han tenido un hijo y desde hace treinta tres años un nieto que de momento no tiene muchas ganas de casarse. Luís recuerda más bodas, la de su hijo, ”conducía yo y era un coche nuevo, bajamos todas las curvas de la Almudena a toda pastilla, al llegar me dijeron que los frenos del coche eran eléctricos y los había tenido desconectados todo el tiempo. Faltó poco para que nos quedásemos sin novio”.
Veranearon durante más de treinta años en Peñíscola, han sido muy felices allí. También han ido a más sitios; a Dinesneylandia con su hijo y su nieto en cuanto a Luís le dieron el dinero de la baja, “por si acaso, en la vida hay que aprovechar en cuanto tengas oportunidad, nunca se sabe”. Consolación recuerda que “para su nieto fue un sueño y que pararon en Miami dos días más al volver”.
Y hubo más bodas, la suya propia de nuevo, las de oro tras cincuenta años de casado. Esta vez en el Pardo y con cerca de setenta amigos. Habían intentado casarse temprano pero tenían cita para el mediodía, al final pudieron hacerlo antes, “una pareja joven se arrepintió justo el día de la boda y pudieron adelantar el turno”.
La gente ahora guanta muy poco” dice Consolación”. ¿Y es más difícil con los años? “Con los años nos volvemos más pejigueras, más los maridos que las mujeres”.”¿Nosotros?,” se sorprende Luis. “Se ha vuelto muy rara, ahora habla muy poco”.
Para Luís lo peor de hacerse mayor son las enfermedades, poner límites a las cosas, él siempre fue una persona muy activa y aún lo sigue haciendo,
“de las cosas que más echa de menos es conducir”.
Nunca han pensado en separase y si no lo han hecho aún no van a hacerlo nunca. Sólo se separaran cuando mueran, ella ha decidido que la entierren con su madre y él prefiere que lo incineren. Conocen sus tiempos, respetan los espacios, hace tiempo que aprendieron a combinar pasos de memoria. Como un dúo cómico o una pareja de baile. A él le gusta hablar, ella es más callada. Todavía duermen juntos y ella suele irse a dormir antes. Él repite lo mismo cada noche, ¿Ya te vas?
Luís y Consolación reciben la vista de Miguel desde hace 8 meses. Miguel trabaja para telefónica pero suele acudir los sábados por la mañana a charlas y echar una partida de dominó con Luís. “De momento Luís me apabulla, está crecidito, pero estoy en ello”.Cuando murió su padre Miguel se planteó hacer algo distinto, “un voluntariado con personas mayores” hoy no puede estar más satisfecho con la experiencia.
Tiene dos hijos de 13 y 15 años y a los dos intenta inculcarles el respeto y el cariño hacia las personas mayores. Luís y Consolación están encantados con sus visitas “Miguel es un tío ideal”.Hace ya cinco años que pertenecen a la asociación, han compartido vacaciones,fiestas y actividades. Recuerdan especialmente Gredos y sus partidas de mus interminables contra Karem y Lorenzo. Dice que los voluntarios de La Fundación le dan otro enfoque a su vida.