Josefa, Carmen, Angelines y Gabi son vecinas. Todas viven en el mismo bloque de pisos, en el popular barrio de Aluche, en Madrid. Como mucho, se saludaban en el portal o en el mercado. Sus hijos habían ido juntos al colegio. Luego llegaron los nietos. Sus familias, igual que crecieron, menguaron. Y apareció la soledad.
Hacía un año que Josefa se había quedado viuda cuando, en 2021, decidió que le vendría bien algo de compañía. Y así entró en la Fundación Grandes Amigos.
La pusimos en contacto con Ruth, una voluntaria de nuestra entidad. Josefa pensó que a su vecina Carmen le podía interesar participar en Grandes Amigos, así que la invitamos a los encuentros semanales de Ruth y Josefa. Y, pasados unos meses, se les unieron Carmen y Angelines, que acababan de enviudar.
Semana tras semana, el vínculo del grupo se fue estrechando. Compartían cafés, paseos, tardes en el cine, charlas, juegos de mesa, confidencias… Y, aunque Ruth tuvo que dejar el voluntariado, nada cambió: las mayores siguen quedando cada lunes para pasar la tarde juntas, algo que nunca habían hecho hasta que Grandes Amigos llegó a sus vidas. Gracias al trabajo de Grandes Amigos, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, pasaron de ser simples vecinas a ser verdaderas amigas. Ahora se sienten acompañadas y saben que siempre hay alguien con quien pueden contar. Y eso, en un mundo como el actual, es muy valioso.
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