La amistad no se compra. O es sincera y voluntaria, sin contraprestaciones, o no es amistad. Y cada vez a más personas mayores les falta la amistad: tener cerca a alguien de confianza con quien compartir momentos buenos y menos buenos, conversar y escuchar, disfrutar en compañía de una afición, un café o un paseo por el barrio. Cosas sencillas y enormemente saludables que, como nos ha demostrado a todos la pandemia, afectan a la salud y bienestar.
Por eso en Adinkide (Fundación Grandes Amigos en Euskadi) trabajamos para crear esos vínculos con personas voluntarias, ya sean jóvenes o también mayores, que dan acompañamiento afectivo y oportunidades de socialización a las personas mayores que atendemos presencialmente en los municipios gipuzkoanos de Donostia, Lasarte- Oria, Pasaia y Tolosa, y telefónicamente en el resto de Euskadi.
Sin embargo, después de dos años de restricciones, cuesta mucho más relacionarnos. Parecen lejanos aquellos días en los que nuestras casas se poblaron de carteles ofreciendo ayuda desinteresada a los más mayores del edificio o del barrio: “Soy tu vecino y puedo subirte la compra o charlar un rato para hacernos compañía”, “Vivo en el 4º, llámame si necesitas algo”.
Aquel fenómeno, natural y espontaneo, se fue esfumando a medida que la pandemia transcurría y la gente volvía a sus trabajos y rutinas. Y el voluntariado, que no deja de ser eso, personas ayudando a personas, se ha resentido en general en el tercer sector. Digamos que el compromiso no está de moda en una sociedad de experiencias fugaces, de consumo rápido y fácil, y siempre en torno al yo.
En el caso específico del voluntariado con personas mayores se suma otro factor: el incremento de mayores que necesitan apoyo y compañía a raíz precisamente de la pandemia. En este tiempo se ha producido un empeoramiento generalizado de su salud física y anímica, provocando más soledad y aislamiento.
Tenemos que relacionarnos y apoyarnos como antes, tanto las personas mayores como las generaciones más jóvenes, que deberán vivir en un mundo aún más envejecido y solitario. Por eso necesitamos el voluntariado. Y para que organizaciones sin fines de lucro como Adinkide podamos conectar a esas personas resulta clave la participación de toda la sociedad: instituciones como la Diputación de Gipuzkoa y empresas privadas, que apoyan nuestros proyectos; profesionales de servicios sociales, centros de salud, residencias…, que detectan situaciones de soledad en mayores y nos las derivan; universidades, asociaciones de barrio y otras entidades sociales, con las que tejemos redes de colaboración, o los medios de comunicación, como entremayores, que visibilizan nuestra labor.
El voluntariado y las redes de apoyo vecinal que impulsamos son una gran oportunidad con beneficios recíprocos: “Recibo mucho más de lo que doy”, coinciden las personas voluntarias de Adinkide .
Gracias a “EM entremayores” por publicarnos el artículo.
Artículo escrito por Miryam López, Responsable de la entidad Adinkide.
Imagen de cabecera: Isaac Ferré