Su salud ha ido agravándose desde que se jubiló, además de quedarse prácticamente ciega cosiendo día y noche, haciendo arreglos desde niña para subsistir. Ha tenido varios ingresos en Urgencias, el último debido a una grave caída que sufrió al salir sola a la calle, no ver bien y tropezar. Y todas las veces las ha pasado sola en el hospital, justo donde más cariño y compañía necesitamos.
Lo que Conchita no se esperaba es que el lunes fuera a verla Fernando, que vive a dos calles de la suya. El martes recibió la visita de Laura, la peluquera del barrio. Esther salió antes de trabajar el miércoles para ir a verla al hospital. Manuel, otro vecino de la zona, pasó con ella la tarde del jueves… Y así cada día de la semana hasta que le dieron el alta.
¿Qué cambió esta vez? En cuanto nos enteramos del accidente, en Grandes Amigos movilizamos al grupo de vecinos y voluntarios que actúan en el barrio de Conchita. Entre todos se organizaron para que su vecina mayor estuviera acompañada cada día.
Hoy, ya recuperada, Conchita vuelve emocionada y agradecida a un encuentro de barrio de Grandes Amigos. Allí le esperan sus “ángeles de la guarda”, a los que conoció al apuntarse a nuestro programa vecinal de prevención de la soledad: aquí ponemos en contacto a personas mayores y vecinos de diferentes edades con el objetivo de quedar, socializar, darse apoyo o intercambiarse favores (como regar las plantas en vacaciones o acompañarse a un recado).
Teniendo en cuenta las estadísticas demográficas de España, está claro que vamos a vivir más años pero más solos. Y seguramente todos pasemos por situaciones como las de Conchita. La pregunta es si contaremos con una red de apoyo vecinal que nos cuide y acompañe cuando seamos mayores. Hazte socio/a y ayúdanos a tejer estas redes en los barrios.