“Los primeros días todavía notas su presencia. Pero luego, al tercer o cuarto día, se va diluyendo, y te vas enfrentando a la realidad.
Cuando te enfrentas a esa realidad, te da por pensar: qué pintas tú ya en este mundo; que si ya has cumplido tu misión; que si eres un estorbo para tus hijos…, y que si lo que tendrías que hacer es morir.
Pero, superados esos primeros días, la primera reacción es pedir ayuda. Vas al ordenador, visitas webs, descubres que hay centros para mayores e infinidad de cursos…, y buscas asociaciones de gente como tú para ver si entre ellos se ayudan. Y yo encontré a la Fundación Grandes Amigos.
Al día siguiente de contactar con Grandes Amigos, mandaron a María a verme, una trabajadora que me contó cómo podían ayudarme y me ofreció integrarme en un grupo de mi barrio. Es así como conocí al que hoy es mi ‘gran amigo’, Juan, quien quería sentirse útil compartiendo su tiempo con personas mayores solas, como yo.
Entonces Juan tuvo la idea de hacer unas tertulias en torno a un café, a la usanza de principios del siglo pasado, y ahí reunir a personas que estuvieran solas y juntarlas al menos un día a la semana para hablar de todo.
Tras este tiempo, he descubierto que las personas que estamos solas necesitamos ilusionarnos y hacer algo que nos produzca alegría. Necesitas hablar, necesitas que te escuchen, que te distraigan, igual que yo me ilusiono al quedar cada miércoles con Juan y disfrutar de nuestras tertulias”.
¿Tú también te has emocionado? Lo que has leído es el extracto del testimonio de Raimundo. En el vídeo superior puedes ver su intervención en la jornada ‘Hablemos de… soledad no deseada’, organizada por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
AYUDA A OTRAS PERSONAS MAYORES EN SOLEDAD
Raimundo ha encontrado en Grandes Amigos una motivación para seguir adelante y vivir con ilusión después de enviudar. Por fortuna, hay personas como Juan, el voluntario de esta historia, que disponen del tiempo suficiente y se sienten útiles acompañando a mayores como Raimundo.