Familias Hinchables: una mala solución

¿Se te ocurre una alternativa mejor para paliar la soledad de personas mayores como Paquita?

Miles de mayores como Paquita viven solas en España; y muchas de ellas, además, se sienten solas, un sentimiento que afecta a su salud, su bienestar y su dignidad. Paquita, a sus 85 años, se ha buscado una familia de plástico, una Familia Hinchable, para no sentirse tan sola.

Pero hay una solución mejor: el cariño, la compañía y la amistad de carne y hueso. Y de eso a ti te sobra. Demuéstralo realizando voluntariado o apoyo vecinal en la ONG Grandes Amigos.

Haz voluntariado

Teje una amistad real y recíproca, sin postureos, con una persona mayor que hoy se siente sola. Únete en tu barrio a nuestros equipos de voluntarios y redescubre la amistad vecinal de toda la vida.

Paquita
— protagonista —

 

Paquita es nuestra protagonista. El personaje principal de toda esta historia. Una de las casi dos millones de personas mayores que están solas en España.

Por eso, aunque ella es fuerte y tiene a toda una familia hinchable a su alrededor, no deja de preguntarse si habrá una de carne y hueso ahí afuera para ella. Que la visite, la acompañe y le dé vidilla.

Especialmente los domingos por la tarde y las navidades en general, que es cuando al recuerdo le da por aparecer sin avisar.

Agustín
— marido —

 

Agustín está ya mayor. Le encantaría no estarlo para cuidar más a Paquita, su mujer, pero tristemente es al revés. Paquita es la que le cuida a él. Atrás quedan ya los años de juventud. Los veranos en Estepona, la época del yeyé, aquel viaje a Plovdiv, expo del 85. Aquello quedó atrás.

Por suerte Agustín aún tiene a Paquita, que le cuida, y le mima y le corta una cuña de queso manchego todos los mediodías y aunque no lo expresa, Agustín se pregunta si Paquita también tiene a alguien.

José María
— hijo —

 

Disfruta las pachangas con su hijo Lucas, aunque se siente mayor cuando este le tira un caño o sale corriendo detrás de él. Y es que José María está ya en esa edad donde a uno empiezan a pasarle los demás y no al revés.

Las cervezas no ayudan. El cocido de los domingos en casa de su madre tampoco. Pero claro, se pueden discutir muchas cosas en la vida pero no el cocido de su madre.

Sharon
— nuera —

 

Vegana por convicción de otros. Así es Sharon. Se las trae con su suegra Paquita por la cantidad de morcilla que esta pone al cocido. La discusión se acaba cuando Paquita dice:

– “En mi casa mando yo, además a mi José María le encanta.”

Ahí Sharon cede. Sabe que no tiene nada que hacer. Del tatuaje oculto de Sharon mejor no hablamos. Por algo está oculto.

Luquitas
— nieto —

 

Luquitas es el único de su clase que no quiere ser youtuber. Ni gamer. Ni nada que acabe en –er. Luquitas lo que quiere es ser delantero centro del Atleti. Como Hasselbaink. Para que cuando su abuela baje a la charcutería presuma mucho de nieto. Que entre y diga:

– “¿Ves a ese de ahí, el del periódico?, ¿lo ves?, pues ese es mi nieto. Ahora ponme uno y medio de chicharrones”.

Alba
— nieta —

 

Como a cualquier nieta, su abuela le da el dinero a escondidas. A ella le parece LOL. Eso sí, del “adminístratelo bien que la vida está muy cara” no se libra. Aunque es verdad, la vida está muy cara, en especial, las últimas Nitro (rosa sobre rosa). Por eso una visita a la yaya de vez en cuando siempre suma.

Rufo
— perro —

 

Todo está bien. El calor del hogar, de la familia. Sobre todo los domingos, cuando todos se juntan porque toca cocido. Ahí Rufo, el perro de Paquita y Agustín, es más feliz que nadie. Le tiran un palo, Rufo lo devuelve. Le vuelven a tirar el palo, Rufo lo devuelve. Puf. Madre mía. Así todo el rato.

¿Es para estar feliz o no es para estar feliz?

La soledad es una. Nosotros somos más.